En el frío de la noche
me espera
un espejo que cuelga de
la nada
voy hasta ahí descalzo,
a tientas
parado frente a él vi
que en realidad yo llego
siempre después de mi propia imagen
y no al revés.
la certeza de la
contingencia es un perro gris que camina al lado del ciego que va en mis
zapatillas hasta la esquina en la que lo espero llegar y me miro de frente en
mis ojos antes de sonreír los dos a la vez.
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